Pero, si estábamos tan emocionados, tan entregados, tan inspirados con nuestros propósitos, ¿por qué los dejamos de lado? y más importante aún: ¿qué hacer para retomarlos?
Primero, es importante entender el efecto positivo que tiene el cumplir nuestras intenciones. No sólo son los beneficios intrínsecos de hacer ejercicio, comer saludablemente, pintar el cuadro que nos prometimos, terminar la tesis de maestría, o mantener limpio el garaje. Al seguir una meta trazada fortalecemos la voluntad, y la confianza en nuestras capacidades, en pocas palabras, nos sentimos bien. La congruencia entre tus pensamientos y tus acciones te genera bienestar.
Por el lado opuesto, la incongruencia, puede traer sentimientos de culpa, inseguridad y miedo. El problema es que, al no hacer nada al respecto, existe el riesgo de caer en comportamientos auto-destructivos. En el libro Tipping Point, Malcolm Gladwell expone que una propiedad en mal estado—llámese una casa que fue pintada con graffiti—es más propensa a seguir siendo objeto de ataques, a otra que es reparada inmediatamente. Esto, por cierto, fue una estrategia que la ciudad de Nueva York usó para limpiar de graffiti el metro, con un efecto psicológico muy importante en todos los usuarios. En dicho caso, el efecto de un sistema de transporte limpio, inició una era de renovación para la ciudad en su conjunto.
Si no corregimos los pequeños detalles de nuestra vida, es más difícil corregir los grandes. La baja auto-estima disminuye tu energía personal que puede llevar a un círculo vicioso de conductas negativas.
La clave es empezar con algo simple, a nuestro alcance.
Al ganar una pequeña batalla, incrementamos nuestra auto-estima, y ganamos terreno al pensamiento negativo que puede afectar el resto de nuestras “propiedades”, nuestra mente, que es el puente entre el alma y el mundo tangible. Al lograr una mejora en cualquier área, sea personal o profesional, borramos el graffiti. ¿Te ha pasado que si entras a una cocina sucia es más fácil dejar otro plato sucio, al fin, qué importa, uno más? En cambio, si la cocina reluce de limpia, inmediatamente lavas el plato, y dejas todo limpio, como estaba. Sucede igual con nuestras vidas, un pequeño cambio, puede desencadenar otros más profundos, y ahí está la clave, en "agarrar vuelo".
¿Qué hacer para iniciar o retomar un propósito, un hábito positivo?
Uno de los problemas con los propósitos de año nuevo es que quedan abiertos, a tiempo indefinido, creando una carga psicológica más fuerte.
La clave está en crear un período de prueba de 21 días. Decirle a tu mente que vas a repetir una tarea por 21 días, es mucho más manejable que intentar venderle la idea de 365 días. Peor aún, la idea de un cambio permanente puede aterrorizarte. Por eso, para tu mente la prueba de 21 días es una estrategia mucho más fácil de aceptar.
¿Y por qué 21 días? Al repetir un comportamiento por dicho período creas un hábito, con base en los estudios del Dr. Maltz, en su libro Psico-cibernética, 1971. Nuestros cerebro produce nuevas conexiones neuronales al “bombardearlo” con un patrón por 21 días continuos.
¿Para qué podemos usar una prueba de 21 días?
- Escribir de 30 a 60 minutos al día (un libro, novela, artículo, etc.)
- Pintar de 30 a 60 minutos al día.
- No ver televisión.
- Revisar el correo electrónico sólo 2 o 3 veces por día (y no cada 15 minutos).
- Dejar de tomar café.
- No tomar alcohol.
- Probar una nueva dieta.
- Dejar un determinado alimento o condimento.
- Comer fruta y verdura todos los días.
- Entrenar diariamente o intentar una nueva rutina de ejercicio.
- Despertar una hora más temprano.
- Dejar de fumar.
- No comer en la calle o comida chatarra.
- Leer una hora al día.
- Escribir una entrada en tu blog cada día.
- Adoptar cualquier hábito positivo.
- Dejar cualquier vicio.
Estos son ejemplos que podrías usar para tu prueba. Crea una para tí. Aunque puedes tener la tentación de iniciar con muchas pruebas a la vez, te recomiendo iniciar con una, máximo dos, para garantizar que tendrás éxito.
En los primeros días, es normal encontrar resistencia, es un proceso normal de adaptación—la parte crítica de la prueba. Sin embargo después de la primera semana o de la primera mitad de la prueba, verás que la actividad se vuelve cada vez más fácil.
Otro punto clave: al concluir los veintiún días, NO es necesario continuar. Por eso se llama prueba, porque a partir del día 22 eres libre de tomar una decisión. Esto, precisamente, hace que funcione. El saber que al término de 21 días tienes la opción de “ser libre” disminuye tu resistencia al cambio.
Si decides continuar, renueva tu período de prueba otros 21 días, o si lo prefieres, intenta un período mayor de 30, 60 o 90 días.
Y quiero decirte que el artículo que estás leyendo es resultado de aplicarme la prueba de 21 días: “Escribir una entrada en tu blog cada día”. Estás leyendo el primero de la serie, así que por favor sigue el desarrollo de este reto el día de mañana.
Y ahí otra clave para tener éxito en la prueba de 21 días: ¡hazlo público! No necesariamente tienes que publicarlo en Internet, pero sí es recomendable contarle a quienes te rodean de tu intención. Así tendrás una red de apoyo y, ¡te será más difícil zafarte!
Por último, con cada día que ganes tu pequeña o gran victoria personal, recompénsate, establece una actividad o premio que te puedas dar. Yo, al terminar de escribir este artículo me prometí una rica y especial cena en casa.
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