¿Cuántas veces, a pesar de saber lo que es bueno, no lo aplicamos? Por qué es tan difícil la congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos?
Razón: Inercia. Somos criaturas de hábito, enraizados en nuestra mente. ¿Te has dado cuenta que usualmente mantienes un mismo patrón sea en tus finanzas, o en tus relaciones personales o profesionales? En efecto, tenemos programas que subconscientemente actúan como termostatos, regulando el comportamiento para cada área de vida y trabajo. ¿Qué hacer para efectuar un cambio?
Razón: Comodidad. Usualmente tomamos las acciones de menor resistencia, las que son más cómodas, las que implican menos esfuerzo, aunque no sean las mejores.
Miedo. Al fracaso, al rechazo, a ser diferente.
Si ya sabes lo que es bueno para tí y no lo estás aplicando, de nada sirve darse de latigazos. No es realista esperar un cambio de la noche a la mañana. Lo que sí es posible es comenzar ahora, con cambios que te acerquen a lo que tú sabes que te conviene.
Encuentra la manera de acercarte, hasta que se convierta en hábito, para que el termostato naturalmente indique una nueva temperatura, de mayor congruencia para tu vida y trabajo.
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