miércoles, 25 de febrero de 2009

Decir gracias

En estos tiempos existe una trampa muy dulce, muy seductora, que parece natural, que parece lógica, y por si fuera poco, necesaria. Es la trampa de la queja: creer, pensar, decir, vociferar: 'todo está mal'. 

Dicha trampa tiene como parientes, entre otros al chisme, la actitud pesimista, el negativismo, etc. que son celebrados en diversos 'clubs', muy concurridos por cierto, donde la invitada principal de la noche es la crítica no-constructiva.

En suma, en estos ambientes el objetivo es 'abrir los ojos' a los demás utilizando una serie de técnicas que van del, 'mira qué terrible' al 'date cuenta', pasando por 'no seas...' y el 'ya verás'. El procedimiento consiste en utilizar una densa nube, negra, relampagueante que orbita a manera de halo sobre los participantes más avanzados. El 'club' se nutre de las noticias más escandalosas relativas al estado de la economía y del fin del mundo, entre otros temas. En resumen, el objetivo es convencer a los miembros que 'todo está mal'.

El comediante, escritor, actor y director estadunidense, Louis C.K., recientemente tuvo una aparición en el programa cómico Conan O'Brian. Animo a mis cinco lectores a ver el cómico video (en inglés): 

Relata el invitado que recientemente tuvo la oportunidad de conectarse a Internet de banda ancha, ¡volando a 33 mil pies de altitud (surcando el espacio aéreo a unos 700 kilómetros por hora) en un vuelo comercial! Después de navegar por YouTube unos momentos, el capitán anunció que había una falla en el sistema, por lo que el servicio se desconectó. Entonces, su vecino, molesto, emitió una sonora queja.

Estamos tan acostumbrados a nuestra tecnología que ya no recordamos lo que era vivir hace 15 años sin el Internet. Los cajeros automáticos eran muy limitados, por lo que había que hacer fila en el banco para sacar cualquer cantidad de dinero. Si querías telefonear a alguien había que 'discar' su número, usando uno de estos (obsoletos) teléfonos de disco  (incluimos una fotografía para los lectores más jóvenes que seguramente no los conocieron).

El punto es el siguiente: nos toma muy poco tiempo dejar de apreciar aquello que hasta hace poco era inalcanzable, y lo peor, lo damos por hecho. Dejamos de valorar muy rápido, buscando siempre lo siguiente y lo siguiente. Ya no nos detenemos a apreciar ni a agradecer.

Por eso, propongo una sencilla prueba de 21 días: dedicar 1 minuto al día para expresar gratitud y aprecio. La prueba puede implicar decir 'gracias' o 'te aprecio', aunque no es necesario. Basta con tomar tan sólo 60 segundos al día para mentalmente dar las gracias y apreciar algo, o mejor aún, a alguien, en nuestras vidas. 

Podemos anotarnos 'puntos extras' si escribimos una nota de gratitud, hacemos una llamada o realizamos cualquier otro elogio sincero, pero no es necesario, basta con hacer un alto, dar las gracias, y continuar el día. Los ejemplos de agradecimiento incluyen:
  • Decirle a tu pareja lo que aprecias en él/ella
  • Elogiar a un amigo
  • Dar las gracias a los padres, los hijos, etc.
  • Agradecer lo que tienes (la clave es enfocarse en lo que sí tenemos y no en lo que no tenemos)
¿Aceptas la prueba? De hacerlo te recomiendo anotar en algún lugar los números 1 al 21 y marcar cada día que cumplas exitosamente la prueba. Si se te va un día vuelve a iniciar, hasta que completes 21 días consecutivos.

Sabemos que no todo está mal, es mentira que todo 'está de cabeza'. Se nos olvida que en el centro de la economía, de las sociedades, y de todo lo que hemos construido estamos las personas. Provoquemos un 'contagio' positivo, uno enfocado a expresar mayor gratitud y mayor aprecio. Aquello en lo que te enfocas se magnifíca, aquello que aprecias, crece. 

Es tiempo de regresar a la sencillez. Es tiempo de decir gracias.

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