miércoles, 9 de diciembre de 2009

Re-creación

Hace un par de meses tuve la fortuna de estrechar la mano de una sobreviviente del Holocausto, Ruth Glasberg Gold. Ella nació en Bukovina, Rumania (hoy Ucrania), y fue deportada, a los 11 años, a un campo de concentración en Transnistria, donde perecieron sus padres y su único hermano.

Después de la guerra se unió a una comuna juvenil sionista y escapó de la Rumania comunista en un barco carguero, naufragando en una isla griega. Fue rescatada por los británicos, quienes la detuvieron en un campo en Chipre. Un año más tarde fue liberada y partió rumbo a Palestina.

Junto con su comuna, ayudó a crear un nuevo kibutz en los montes de Judea, cerca de Jerusalén; posteriormente ingresó a la Escuela de Enfermería Hadassah, en Jerusalén, graduándose como enfermera. En 1954, Ruth fue nombrada jefa de enfermeras en el Hospital Elisha, luego fue supervisora en el Hospital Rambam, en Haifa.

En 1958 se casó, dejando Israel para instalarse en Bogotá, Colombia, en donde nacieron sus hijos. En 1972, la familia emigró a Miami, Florida, donde enviudó en 1982.

Ruth participó en el Estudio Internacional de la Persecución Organizada de Niños, fue cofundadora de la Organización Internacional de Mujeres en los Estados Unidos, fundadora del primer grupo de apoyo para niños sobrevivientes del Holocausto, en Florida, y es una oradora frecuente sobre temas del Holocausto.

Su testimonio de vida habla del coraje para triunfar, contra la memoria de uno de los hechos más atroces de la historia humana. Da vida a aquellas palabras de Pablo Neruda, quien escribiera lo siguiente en su misiva Tú eres el resultado de ti mismo:

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque fundamentalmente tú has hecho tu vida. Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error. Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar.

No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo, reconociéndote a ti mismo, más libre y fuerte, y dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres el destino y nadie puede sustituirte en la construcción de tu destino.

Levántate y mira por las montañas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de la vida.

Y es que el semblante de Ruth Glasberg, su labor altruista, su amabilidad, el amor que manifiesta en el trato con los demás ejemplifican este exhorto de Neruda: tú eres el resultado de ti mismo; a cada momento nos re-creamos a voluntad propia.

Al cierre de este 2009 te invito a re-pensar las ideas que tienes sobre ti, sobre tu pasado, sobre este año que termina y que consideres:

  • ¿Qué nuevas creencias sobre tu persona pueden crear una renovación interna?
  • ¿Qué pensamientos pueden re-crearte e impulsarte a ser el mejor profesionista, el mejor amigo, el mejor miembro de tu familia y de tu comunidad?
  • Y finalmente: ¿qué decides dejar atrás para avanzar con determinación?

Que el testimonio de Ruth Glasberg y las palabras de Neruda nos animen a re-crearnos y cerrar con lo mejor este 2009.

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