miércoles, 9 de julio de 2008

¿Qué papel interpretas?

Una tranquila mañana de domingo, el 14 de agosto de 1971, en California, la policía arrestó a 9 personas. Los sospechosos fueron esposados, sus derechos leídos y trasladados a la Prisión del Condado de Stanford.

Pero en realidad no eran criminales. Eran sujetos de un estudio, uno de los experimentos psicológicos más importantes en la historia de los Estados Unidos.

Semanas antes habían respondido a un anuncio en el periódico local, que buscaba participantes para el estudio con duración de 2 semanas, a cambio de una recompensa de 15 dólares diarios.

El Experimento de la Prisión de Stanford estaba diseñado para estudiar cómo es que las personas psicológicamente 'normales' podían reaccionar al juego de roles. Se improvisó una prisión y a los participantes se les dividió, arbitrariamente, en dos grupos: guardias y prisioneros.

Como parte del estudio, los prisioneros fueron humillados y tratados como detenidos en condiciones reales. Se les afeitó la cabeza, sus cuerpos fueron desinfectados, tenían prohibido ser llamados por su nombre real, sólo por un número que les fue asignado. Al poco tiempo la línea entre lo real y lo imaginario se comenzó a borrar. Los guardias 'de a mentiras' protagonizaron crueles maltratos físicos y psicológicos. El infierno fue tal que el experimento programado para 2 semanas tuvo que ser abruptamente concluido en 6 días.

Bajo los estándares éticos actuales el estudio no podría repetirse, pero nos deja muchas lecciones.

Llama particularmente la atención la capacidad que tenemos para jugar roles de forma deliberada, para interpretar papeles, como si se tratara de una película. Hace pensar en la diferencia entre el yo verdadero y el ego, y cómo es que podemos inventar papeles a discreción.

Lo más interesante del experimento es que los prisioneros, olvidando que habían participado de forma voluntaria en el estudio, actuaban como si todo fuera real y no como el juego que era, ya no eran capaces de distinguir lo real de la ilusión. Habían internalizado su rol de forma tal que cuando fueron entrevistados al concluir el estudio, en lugar de decir su nombre decían su número.

Al estar tan metidos en una dinámica, en un rol determinado, vale la pena dar un paso atrás para entender que papel estás interpretando, para darse cuenta que al final del día no eres el ego, la falsa personalidad, sino algo más, mucho más grande... ¿qué rol realmente te gustaría interpretar?

Al recordar que nuestro papel es deliberado, es una invención que se va creando al interactuar en un contexto social, podemos recordar que siempre hemos sido libres para crearlo.

Conservamos la capacidad de auto-crítica, de auto-observación para recordando uno de los dones más hermosos: el libre albedrío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario