lunes, 22 de septiembre de 2008

La historia de Ramon (parte 2 de 2)

Ramón había sido despedido de su trabajo de seis años, y aunque por algunas semanas consideró dedicarse a su pasatiempo juvenil -mezclar música rítmica y venderla a las discotecas- decidió seguir con un trabajo que al menos pagara las cuentas. Pero sabía que su corazón se hundía cada vez más, hasta que en el 4o. cumpleaños de su hija, esta le preguntó: 'Papá, ¿eres feliz?' Conmovido esa noche...

Ramón tomó una determinación: ser feliz. Se dio cuenta que aunque estaba siendo responsable para con su familia, un buen proveedor, no estaba siendo congruente con la persona más importante: el hombre del espejo.

'¿Qué ejemplo le estoy dando a mis hijos si doy pan y cobijo, pero no traigo lo más importante a casa: mi propia felicidad?', '¿Cómo puedo criar hijos felices si yo soy infeliz?

A partir del lunes siguiente, Ramón comenzó a trazar un plan. Primero se dio cuenta que no podía ni debía abandonar de golpe su actual trabajo, que le daba una plataforma de sustento, incluso de contactos para sus sueños, así que siguió trabajando, pero ahora desenterrando su sueño de juventud. La clave fue trabajar en paralelo: de lunes a viernes de 9 de la mañana a 6 de la tarde dedicado a un trabajo regular y los fines de semana y hasta altas horas de la noche, como emprendedor.

En cuestión de semanas trazó la ruta para dar a conocer su música. Lanzaría una atrevida campaña para introducir sus mezclas no sólo en los antros de su ciudad sino en los de la región. En la fase dos iría más lejos a las 15 principales ciudades de la República y de ahí para adelante.

Y desde el primer día, tomó acción. Ya fuera consultando los nombres de sus posibles clientes, costos de producción, la logística, etc., Ramón fue construyendo paso a paso su negocio de mezclas tecno y dance para las discotecas. Al dedicar su tiempo libre a mezclar música, cuando todos dormían, él sentía cómo edificaba su sueño, y que la alegría regresaba.

Inició con los contactos que ya tenía en su ciudad y enviaba demos a otras ciudades, siendo generoso en compartir su música con más y más clientes potenciales. En cuestión de 6 meses, los DJs de antros importantes ya conocían y reconocían a Ramón por su talento. Se establecía poco a poco, pero firmemente, en su nicho de mercado.

Y su esposa e hijas notaron los cambios. No sólo más dinero en el bolsillo, sino un papá feliz que llenaba la casa con risas y gestos alegres. Al darse la oportunidad de expresar una faceta que había quedado enterrada durante años, Ramón se renovó. Se dio cuenta que él y sólo él había decidido hacer o de dejar de hacer, nunca hubo obstáculos.

No todo fue fácil. Por el contrario, encontró y sigue encontrando retos al expandir su negocio. Pero por el momento a más de un año de haber iniciado su negocio, Ramón ya gana más de lo que gana en su empleo, de hecho, casi el doble, por lo que ha tomado una importante decisión, apoyado por su esposa: en las próximas semanas dejará su trabajo para dedicarse de lleno a la expansión de su empresa. Le esperan nuevas aventuras, ya convencido que él puede ser buen proveedor y hacer lo que le hace feliz.

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